viernes, 7 de septiembre de 2012

La gestión del conflicto en el ámbito sanitario. El Liderazgo en el conflicto.


 “No cerremos los ojos a nuestras diferencias y, antes bien, prestemos atención a nuestros intereses comunes y a los medios con los que conseguiremos resolver dichas diferencias” John F. Kennedy (12 de junio de 1963)

  El conflicto es un proceso que empieza cuando una parte percibe que otra le está afectando negativamente. Las definiciones pueden ser muy variadas. En lo laboral pueden implicar a trabajadores y a empresarios. Un conflicto también puede resultar de la diferencia entre la situación deseada y la situación real.

  Los conflictos son propios de la condición humana. En sí mismos no tienen por qué ser malos. Un conflicto puede ser una oportunidad de cambio, de mejora.  Lo que sí es perjudicial, sobre todo para un equipo, es la mala gestión del conflicto. Pueden darse entre dos o más personas. Pueden comprender la lucha por determinados valores o aspiraciones, ya sean de posición, poder, recursos, y en la que los esfuerzos de los rivales consisten normalmente en neutralizar, herir o simplemente eliminar al contrario. Un conflicto puede ser un proceso que se origina cuando una persona percibe que otra frustra o está a punto de frustrar alguno de sus objetivos o intereses.
  Pero si son parte de nuestra vida, y además nos pueden guiar hacia un nivel mayor de conocimiento ¿por qué sólo los percibimos como lucha, pelea o ruptura?

  Estamos acostumbrados a ver cómo muchas heridas quedan abiertas en nuestros equipos tanto en el campo profesional como en el personal; ya sea como consecuencia de conflictos mal gestionados, mal comprendidos, o mal cerrados. En sí mismo, el conflicto no es malo. Lo que si es mala es la incubación. Es mala toda la podredumbre que se genera cuando los problemas no se atajan de forma limpia, precoz y cuando posteriormente todo se manifiesta como una infección. Si llegamos tarde, será necesario evitar en la medida de lo posible la parte emocional correspondiente a la fase de explosión del conflicto. Hay que evitar, ante todo, que se hiera en lo personal.

  Las consecuencias destructivas del conflicto sobre el desempeño de un equipo son bien conocidas. La oposición no controlada tenderá a alimentar el descontento y a erosionar la confianza, lo cual actúa disolviendo los lazos comunes y posiblemente llevará a  la destrucción del equipo. El líder del equipo ha de estar siempre atento a las primeras manifestaciones porque, lógicamente, son declaraciones más o menos encubiertas de que las cosas no van bien y urge solucionarlo cuanto antes. La gestión por parte del jefe del equipo mucho antes de que sea necesaria la intervención por parte de algún directivo es fundamental.
Un líder sanitario que se precie, tiene que ser sensible a estas tempranas apariciones y saber reaccionar a tiempo. Antes de que sea demasiado tarde.

   Las emociones moldean las percepciones. Por ejemplo, las emociones negativas producen una simplificación excesiva de los temas, una reducción de la confianza, e interpretaciones negativas de los comportamientos desde la otra parte. Solo baste recordar como, en alguna ocasión, gestos totalmente neutros han sido malinterpretados por nuestra parte, y que luego, resultaron ser tan solo un malentendido. 

  Sin embargo, los sentimientos positivos incrementan la tendencia a ver las relaciones potenciales entre los elementos de un problema, a adoptar una visión más amplia de la situación y desarrollar soluciones más innovadoras. Modificar la percepción del conflicto es el trabajo del líder.

   El enfoque de la posible negociación dependerá del estilo de gestión y del liderazgo que se ejerza. Cualidades como la sensibilidad, el compromiso y la colaboración no sólo por parte del jefe del servicio, sino también por parte de todos los miembros del equipo son necesarias. El líder deberá ser capaz de despertar estas capacidades dentro de su cuadro. La idea es llegar a un estilo de “ganar-ganar” en el que pueda integrarse la solución final. Sin malos sentimientos, sin resentimiento.

   Si sois lideres sed constructivos, empáticos, asertivos, conciliadores y sobre todo positivos. No dejéis que la negatividad se apodere de vuestro plantel. Permaneced atentos y mantened vuestra visión del servicio por encima de todo y sobre todo, comunicadlo.   

miércoles, 1 de agosto de 2012

La conciencia del dar y el recibir

Dar pero también estar abiertos a recibir. Considerar que aquello que nos es ofrecido por el universo es un regalo que hay que agradecer. A la vez, ofrecer a los demás lo mejor de nosotros mismos. Cuando ofrezco o doy algo no estoy dando eso en concreto. Lo que circula es la conciencia, no el bien que doy. Doy la energía del acto de dar en si.

  El otro día tuve que coger el metro por cuestiones de trabajo. Había sacado un billete de abono diario. Esos billetes no tienen límite de trayectos. Te permiten viajar durante todo el día por un módico precio en el transporte público. Acabada la faena era hora de volver a casa, así que me dirigí de vuelta hasta la estación de tren. Eran las ocho.
  Me parecía una pena desaprovechar aquello y pensé que otra persona podría utilizar mi billete. La verdad es que fue una idea que me vino a la cabeza de repente. Un gesto normal y sin ningún mérito creo. No me mal interpretéis.  A la salida me acerqué a las personas que estaban en la cola sacando sus billetes en las máquinas expendedoras, y extendí mi mano hacia una chica muy joven que se encontraba en la cola con unas amigas.  Cogió el billete como si se tratara de un flyer de publicidad  y mientras lo examinaba le dije: “es un abono diario. Puedes usarlo hasta las 12 de la noche”. Ella miró extrañada a sus dos amigas como pidiendo una explicación adicional y contestó: pero…. ¿es sólo para una persona?  -Si, es sólo para una persona. Le dije yo con sorpresa.  No podía creer que me pusieran pegas a algo que yo hacía con la mejor de las voluntades. Un chico que nos oyó, nos miraba mientras no podía evitar reirse. No esperé a nada más. Pero me quedé con ganas de espetarle: - ¡Ya “bonita”,  no soy “Santa”! (Papa Noel). Pero no lo hice.
  Por su reacción, entendí el flujo de pensamientos cuando se vio tocada por “semejante fortuna”. La sorpresa, las ganas de exigir la misma suerte para sus amigas y el aprieto en el que comparativamente le ponía. Pero también una cierta decepción porque el “regalo” no cumplía todas sus expectativas: a ella le hubiera gustado “un bono diario para las tres”. No recuerdo si me lo agradeció. Sólo que seguí mi camino hacia casa mientras pensaba.
  Bueno, sé que no le di gran cosa. Tampoco sé si lo compartió con sus amigas. (Que espero que si).  Me quedé pensando en como a veces, a pesar de lo que nos regalan, no nos damos cuenta de la suerte que tenemos porque tenemos miras más altas, ambicionamos más. No somos conscientes de lo que nos rodea y no apreciamos. Recibir algo siempre es una sorpresa porque nunca sabes lo que la vida te depara, no sabes hasta qué punto puede ser generosa. Por el contrario dar es una actitud de vida. Encontrar una ocasión para dar no es difícil.
  Dicen, que si das, recibes mucho más de lo que ofreciste. La verdad es que la recompensa de vuelta en si, me importa más bien poco. Yo sé que mi recompensa es otra. Es inmediata. Uno puede estar listo para dar, tener la conciencia, pero también es importante estar preparado para recibir. ¿Estamos listos para recibir? ¿No deberíamos dar gracias al universo por lo afortunados que somos, por haber puesto tanto a nuestra disposición, por recibir tanto cada día?... Un saludo.