miércoles, 1 de agosto de 2012

La conciencia del dar y el recibir

Dar pero también estar abiertos a recibir. Considerar que aquello que nos es ofrecido por el universo es un regalo que hay que agradecer. A la vez, ofrecer a los demás lo mejor de nosotros mismos. Cuando ofrezco o doy algo no estoy dando eso en concreto. Lo que circula es la conciencia, no el bien que doy. Doy la energía del acto de dar en si.

  El otro día tuve que coger el metro por cuestiones de trabajo. Había sacado un billete de abono diario. Esos billetes no tienen límite de trayectos. Te permiten viajar durante todo el día por un módico precio en el transporte público. Acabada la faena era hora de volver a casa, así que me dirigí de vuelta hasta la estación de tren. Eran las ocho.
  Me parecía una pena desaprovechar aquello y pensé que otra persona podría utilizar mi billete. La verdad es que fue una idea que me vino a la cabeza de repente. Un gesto normal y sin ningún mérito creo. No me mal interpretéis.  A la salida me acerqué a las personas que estaban en la cola sacando sus billetes en las máquinas expendedoras, y extendí mi mano hacia una chica muy joven que se encontraba en la cola con unas amigas.  Cogió el billete como si se tratara de un flyer de publicidad  y mientras lo examinaba le dije: “es un abono diario. Puedes usarlo hasta las 12 de la noche”. Ella miró extrañada a sus dos amigas como pidiendo una explicación adicional y contestó: pero…. ¿es sólo para una persona?  -Si, es sólo para una persona. Le dije yo con sorpresa.  No podía creer que me pusieran pegas a algo que yo hacía con la mejor de las voluntades. Un chico que nos oyó, nos miraba mientras no podía evitar reirse. No esperé a nada más. Pero me quedé con ganas de espetarle: - ¡Ya “bonita”,  no soy “Santa”! (Papa Noel). Pero no lo hice.
  Por su reacción, entendí el flujo de pensamientos cuando se vio tocada por “semejante fortuna”. La sorpresa, las ganas de exigir la misma suerte para sus amigas y el aprieto en el que comparativamente le ponía. Pero también una cierta decepción porque el “regalo” no cumplía todas sus expectativas: a ella le hubiera gustado “un bono diario para las tres”. No recuerdo si me lo agradeció. Sólo que seguí mi camino hacia casa mientras pensaba.
  Bueno, sé que no le di gran cosa. Tampoco sé si lo compartió con sus amigas. (Que espero que si).  Me quedé pensando en como a veces, a pesar de lo que nos regalan, no nos damos cuenta de la suerte que tenemos porque tenemos miras más altas, ambicionamos más. No somos conscientes de lo que nos rodea y no apreciamos. Recibir algo siempre es una sorpresa porque nunca sabes lo que la vida te depara, no sabes hasta qué punto puede ser generosa. Por el contrario dar es una actitud de vida. Encontrar una ocasión para dar no es difícil.
  Dicen, que si das, recibes mucho más de lo que ofreciste. La verdad es que la recompensa de vuelta en si, me importa más bien poco. Yo sé que mi recompensa es otra. Es inmediata. Uno puede estar listo para dar, tener la conciencia, pero también es importante estar preparado para recibir. ¿Estamos listos para recibir? ¿No deberíamos dar gracias al universo por lo afortunados que somos, por haber puesto tanto a nuestra disposición, por recibir tanto cada día?... Un saludo.